Esparce tus flores, forastero, espárcelas sin miedo:
tú las haces llegar a las profundidades,
a los jardines.
El que aquí debiera yacer, no yace
en parte alguna. Pero yace el mundo a su lado.
El mundo que sus ojos abrió
ante tan diversa floración.
Él, sin embargo, que percibió ciertas cosas,
se puso de parte de los ciegos:
anduvo y recogió demasiado:
recogió el perfume –
y quienes lo vieron no se lo perdonaron.
Entonces se fue y bebió una insólita gota:
la mar.
Los peces –¿acudieron a su lado los peces?
Paul Celan, De umbral en umbral (Von schwelle zu schwelle), 1955.
Traducción de José Luis Reina Palazón
No hay comentarios:
Publicar un comentario